lunes, 27 de julio de 2009

Escribir sobre uno mismo


Tengo como veintiséis años- no los creo muchos ni pocos, sólo la cifra mínima como para cantar el envido- y en ese tiempo he leído algunos libros (menos de los que me hubiese gustado leer; infinitamente menos que Borges; pero, tal vez, unos cuantos más que Steve Wonder). En ese periplo de lecturas he descubierto que las solapas de las obras literarias suelen presentar invariablemente los siguientes elementos: Por un lado, una foto en blanco y negro donde el autor en cuestión aparece mucho más joven afectando una postura reflexiva y enigmática a la vez. Por el otro, un breve prontuario con la producción literaria del escriba, sus éxitos académicos y uno que otro dato biográfico (en este punto suelen omitirse sus experiencias pederasticas, zoofilicas y transexuales; al menos que el escritor se encuentre muerto y esa información resulte imprescindible para comprender el trasfondo filosófico de la obra). Lo cierto es que en mi trayectoria de lector ojeé unas cuantas solapas, todas muy parecidas entre si, todas aburridas; hasta que ayer me topé con una sustancialmente distinta mientras culiyaba en una tienda de usados. Quizás sea diferente por tratarse de una solapa autobiográfica, quizás porque su autor es consciente de lo absurdo que resulta hablar con solemnidad de seres que no lo son. Lo cierto es que me gustó y el volumen ahora forma parte de mi actual selección de lecturas de toilete. El texto en cuestión pertenece a “Cuentos para niños pornográficos” de Dalmiro Saenz y aquí se los dejo:


Nací el 13 de junio de 1926. Yo estuve en el parto. Me daba no sé qué no acompañar a mamá en esas circunstancias. Niño aún comencé a comenzar. Todo lo hacía desde el comienzo, y como bien diría unos años más tarde la maestra de mis primeras letras: “Era cosa de nunca acabar, pero aun así el alumno Dalmiro me dio muchas satisfacciones, aunque de precoz no tenía nada, y menos como eyaculador”.
He repetido muchas veces que escribir sobre uno mismo no es fácil, por eso yo prefiero hacerlo sobre una mesa.

2 comentarios:

  1. jaja, muy bueno lo de Dalmiro. ¿A esa parte del libro la escribe el autor? siempre tuve esa duda.

    Un abrazo, vieja

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