lunes, 22 de junio de 2009

El debate electoral

La charla tenía la efervescencia típica de aquellas disputas dialécticas en las que los argentinos resuelven los eternos problemas del país. La fisonomía de esa animada mesa de café recordaba al arcaico ciclo de “Polémica en el bar”, aun cuando la tertulia estuviera exenta de los gatos y los veteranos ultraderechosos que supieron caracterizar a la saga televisiva. No era para menos, los comensales no desconocían la importancia de aquella elección. Resultaba imperioso actuar de forma cerebral antes de proceder a emitir un voto de semejante trascendencia, después de todo estaba en juego su futuro y el de sus pares.
La discusión comenzó en torno a quiénes eran dignos de integrar la lista. Se alegaban fidelidades acérrimas, se denunciaban deserciones, confrontaciones ideológicas y cambios de bando. Algunos esgrimían que este es honesto pero sin demasiadas luces, aquel se pasaba de vivo, el otro un tipo trabajador pero con fama de violín, Fulano roba pero también hace y otros argumentos por el estilo. Lo cierto es que terminaron por coincidir en el sinsentido de tanta discursería, después de todo no había muchas opciones: eran los mismos de siempre.
Luego, el acalorado dialogo derivó en cuestiones más profundas: Los más socialistas apelaban a que se tuviera en cuenta la desigual redistribución de las riquezas, la cuestión del desempleo y otras disyuntivas de índole económica: Esta vez la fiesta no podía ser sólo de unos cuantos, tendría que ser de todos. Por su lado, los más peronistas apelaban a la inefable formula del populismo mesiánico y hablaban de repartir los panes y los peces, el oro y el moro. Incluso, los más dogmáticos, ideaban la forma de pegar un bolsón. Por último, no faltaron los que, con espíritu anárquico, amenazaban con boicotear el evento.
Cuando la pugna dialéctica se tornaba caótica y los ánimos estaban prontos a una erupción virulenta, el más insigne intelectual del grupo se encargó de interrumpir de forma abrupta la verborragia imperante y aplicar un silencio pacificador. Se tomó unos segundos para observar los rostros ansiosos que esperaban su veredicto, carraspeó un poco y, sin más prolegómenos, dijo: “Muchachos, déjense ya de joder; todos sabemos que no hay nada para hacer este sábado, así que no demos más vueltas: ¿asado y póker o hamburgueseada y play?”.

6 comentarios:

  1. yo diria que todas esas opciones para el sabado estarian buenas. hamburguesa asada y dpues play para terminar en un poker a las 8 de la mañ je

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  2. en cuál se puede tomar mucho fernet?

    voto por esa

    me cagué de risa, besos

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  3. jajjaj estuve hace poco en una discusión de este tipo, que se le va a hacer, sigue a full el lema pan y circo, saludosss

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  4. Hamburguesa y play, pollo. Acordate que nos debemos un partido. Qué lindo que se puso el final del Gran DT, vieja.

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  5. Carlao:Coincido,esas son las diyuntivas que en este momento les quitan el sueño a los miembros de aquella mesa de galanes.

    Ivy: Se me ocurre que todas incluyen esa opión. Besos

    Alfonsina: Vos que sos alfonsinista debés estar al tanto del yeite o no? Un abrazo

    JB: En la play se me hace que no tenés chapa, pero al Gran DT posta que te lo llevás. Sos un groso, sabelo.

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  6. Estimado Pollo: soy Alfonsina pero no de la Unión Cívica Pusilánime como bien la bautizó el querido Chukulo, mas bien de la otra que se ahogó en el mar por loca depresiva, aunque mucha similitud se lee con la sociedad argentina: altas tendencias al suicidio político ja, un abrazo

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