Un chirrido neurótico le taladró los oídos, tras lo cual cerró inmediatamente el libro que se hallaba en sus manos. Efectivamente, era su tía la que interrumpía su sigilosa lectura.
-Arnaldito ¿qué vas a tomar la leche?
María Elena no conoció el concepto de "privacidad" o el de "intimidad" hasta muy avanzada edad. Durante su infancia no se acostumbraba que la puerta sea golpeada antes de que alguien entre. Es más, ni siquiera tenía puerta, una tela desvencijada hacía las veces de protección en el cuarto que compartía con cinco hermanos.
-Tiiiiia....- estiró las ies Arnaldo. – me hiciste asustar...
-Ah, si, disculpá... ¿tomás la leche?
El púber negó la invitación alegando "no tener hambre aun". Más bien tenía otros motivos para no abandonar la lectura, y es que las palabras que allí se entrecruzaban con un dejo de misticismo tenían a Arnaldo bullendo en su interior. Ocurría con regularidad que Arnaldo se introdujera en la biblioteca de su abuela con actitud curiosa, a pesar de ser acusado de provocar "entrevero" en casa ajena. Nada impedía que, con ojos inmensos y dedos excitados, recorriera páginas llenas de información inaprensible para él que, con sus 12 años, se iría acostumbrando a concebir la vida como una sucesión de misterios e incertidumbres. Por cierto, cada libro que llegaba a sus manos en esa casa nada tenía que ver con los libros de la escuela, ni los que tenían sus amigos José o Sergio; por el contrario, estos textos antiguos citaban con frecuencia imágenes que llamaban mucho su atención.
-¿Qué estás leyendo?- se oyó, casi como una afirmación, la voz desganada de su tía.
-No... nada tía... un libro. Ya voy a tomar la leche.
-Bueno, le digo a la abuela que estás acá.
-Bueh, si, decíle lo que quieras – masculló, apenas audible, Arnaldo.
Al cerrar la puerta, su concentración volvió a trabajar. "En que hoja dejé" se preguntó mientras buscaba rápidamente el sitio, curioso.
"nuestra capacidad de conciencia crece día a día según nuestra voluntad. Si esto ocurre de la manera correcta es inevitable la llegada de un momento en la vida en la que el ser debe enfrentarse a una situación tan extraña como previsible, el cara a cara con el "sinsentido" de la vida. Este "sinsentido" lo he metaforizado en una imagen: El abismo. Es difícil entender el abismo para alguien que aún no se ha enfrentado a él, podríamos definirlo como ese mo…¨
-Teléeeeeefonooooooooaarnalditooooooo... –se oyó el resquebrajar de la realidad en un grito infernal que interrumpía nuevamente su pasional lectura, tras lo cual maldijo de casi todas las maneras que recordaba.
Era Sergio invitándolo a su a casa a realizar alguna extravagante actividad. Le restó importancia al llamado y se limitó a contestar con monosílabos y muletillas. Él no entendería su interés por el libro, ni él ni José, aunque eran mayores que Arnaldo, no podrían comprenderlo; sus mentes en esos tiempos se encontraban absortas con los videos pornográficos que Sergio había descubierto en la habitación de su padre. Toda una bolsa llena de la pornografía más variada. Arnaldo no dio gran trascendencia al hallazgo de su amigo, la frases incomprensibles que encontraba en las amarillas páginas hacían eco en su mente y no podía pensar en otra cosa que no fuera aquel viejo volúmen sin tapas ni título que un tal Nicolov había escrito hacía décadas, quizás siglos.
Cerró con violencia la puerta y volvió al libro, que lo esperaba abierto sobre la cama como una mujer invitándolo a penetrarla.
“ese momento en que la noción del caos llega a su mayor abstracción para dar lugar al concepto de vacío. El abismo es la imagen de la transición en la cual se neutralizan los distintos cuestionamientos dialécticos del ser (vida-muerte, hombre-mujer, rico-pobre, etc) para generar la autoconciencia del vacío, de la existencia absurda del ser imposibilitado de trascender. El caos se diluye en vacío, el mundo dotado de múltiples y heterogéneos sentidos que el hombre en su incapacidad de transigirlos somete a clasificaciones maniqueas, se convierte en un mundo”
-Arnaldito, por qué no salís un rato de ahí, mirá que día más hermoso hace afuera- la voz estridente de su tía lo sobresaltó, se sintió aturdido y dejó caer el libro de sus manos.
-Ya voyyyy, un rato nomás... ahora no tengo ganas- la voz del púber apenas se oyó del otro lado de la puerta.
Mierda que tendrá en la cabeza nada eso nada el libro donde quedó que página algo del mundo si eso esto creo si esto
“un mundo carente de sentido. Lo único cognoscible es el sentimiento de nihilidad inmanente al ser.”
-¿Seguro qué no querés salir un ratito?-de nuevo la voz, esa voz.
-Enseguida tiiaaa...-respondió sin apartar su mirada de la página.
“Esa noción de la nada en un estado de pureza absoluta nos remite a la esencia primigenia del ser. El hombre no llega al mundo, llega a la nada, a la abstracción máxima del sujeto y del objeto a los cuales no llega a comprender en una primera instancia. Reconocemos entonces una segunda instancia donde el ser llega a una percepción parcializada y falseada de la noción de sujeto y objeto, allí el sujeto (quien todavía no es tal) hace del mundo algo cognoscible de acuerdo a modelos preformados que le entregan un panorama deformante de la realidad, por lo cual el ser adquiere el status de ente reproductor de realidades preconcebidas.”
-Arnalditooooo, dale, ya está la abuela acá-la voz de su tía nuevamente estremeciendo sus oídos. Un estado de excitación se apoderó de Arnaldo, quien acusó los golpes de las violentas palabras con dientes apretados y tensión en sus músculos faciales.
La puta madre que la parió que las parió nada nada absolutamente nada que Arnaldo esto y lo otro que Arnaldo al almacén a la verdulería la verdulera que mira como si quisiese si quiere Sergio dice que si el otro día cuando fuimos con José ese día quería seguro le dijo que tenía el pelo lindo cualquiera no está buena pero quiere las viejas que nada nunca dale nomás Elena el de bigote seguro como el otro día que vino en la boca seguramente en los pechos caídos la nada eso la nada misma peor que nada una mierda que me dijo el otro día que no que no hago caso ganas de pegarle una patada en el orto Sergio dice que uno es de la Chicholina con un caballo con un perro con un pájaro sería bueno con un pingüino que las parió silencio silencio nada más eso vacío nada
“La tercera instancia supone la vuelta al estado primigenio del ser, la abstracción de los conceptos. La noción de vacío que produce la verdadera realización del ser como sujeto integro una vez que este se enfrenta a lo que he denominado Abismo. La experiencia del abismo supone un momento de crisis epistemológica que marca la autoconciencia y la vuelta cíclica al estado inicial y esencial del ser¨
-No entiendo que le pasa al Arnaldito, se pasa todo el día en ese cuarto encerrado, el dice que leyendo, yo no se, la verdad no se...-Elena se quedó mirando los ojos inexpresivos de su madre como esperando una respuesta.
-Debe de ser la edad -balbuceó la anciana con la pasmosa cadencia de su dentadura postiza.
- ¿A vos te parece que con este día se quede ahí adentro? para mí que no está leyendo...no..Está haciendo otra cosa, también con esos amiguitos que tiene... Arnaldoooooooo vení, no la hagas esperar a la abuela.
Se escuchó el sonido tenue de la puerta al abrirse y unos pasos blandos que se acercaban por el pasillo. Arnaldo llegó hasta el comedor y vio los rostros de esas dos mujeres que lo observaban con cierto aire de asombro y fingida ternura.
-Arnaldito no quee- no terminó de decir Elena.
-Sos una puta.
Un silencio frígido que pareció durar varios minutos inmovilizó el rostro de Elena. El de su madre permaneció impasible, tal vez no alcanzó a oír nada, tal vez no le importaba, tal vez ni siquiera sabía donde estaba ni quién era.
-¿Coo..cómo decís eso? Y frente a la abuela...- apenas pudo articular las palabras, temblaba y sus ojos miraban a todos o a ningún lado.
-La abuela es una puta también- dijo con serenidad Arnaldo.
Esperó unos segundos, miró el rostro transfigurado de su tía y el de su abuela que no había variado en lo más mínimo y dio media vuelta en dirección a la puerta que daba a la calle, escuchó a sus espaldas la discordante ola de improperios que prometían apocalípticos castigos y las palabras entendidas a medias le parecieron estúpidamente jocosas a medida que se alejaba.
Afuera el sol brillaba y a Arnaldo no le pareció un buen día, hacía un calor de la mierda.
Fín
NOTA DEL EDITOR: Este texto es el fruto de un delirio adolescente pergreñado conjuntamente con mi amigo, el músico y filósofo contemporaneo, Nicolai Aizizon.
muy bueno!!!
ResponderEliminarme encantó
La sabiduría de un niño: "SOS UNA PUTA"
ResponderEliminarY también la génesis de ese puterismo: La abuela también es una puta!!!!
Abrazo.
Para publicarlo, compañero. Excelente.
ResponderEliminarGood blog
ResponderEliminarebchib.blogspot.com
Kigali, Rwanda
muy bueno viejaaaaa, me hiciste cagar de risa. abrazo. el pelado
ResponderEliminarjeje, muy bien Arnaldito, hay que rebelarse siempre.
ResponderEliminar